lunes, 29 de octubre de 2007

martes, 9 de octubre de 2007

RECETAS APESTOSAS


Tomando como punto de partida "El libro Apestoso" de B. Cole, los niños de Cerca de Piedra realizaron un serie de recetas apestosas como ejercicio de creación literaria...

He aquí algunas de ellas:



CARTAS PARA MI... (Desde Fagua)

Yohana Carolina "se escribió":

"Esta carta es para alguien que muchas veces no entiendo, que quisiera que hiciera más, que luchara más por lo que cree y siente.

Quiero decirle que no tenga miedo de lo que viene; que mire más allá (...) También que no busque la felicidad de ella, sino también ayude a encontrar la de los demás porque todo depende de como mire uno las cosas, mirarle el lado positivo e ignorar lo negativo. Por eso luche, viva la vida, sueñe y ame todo lo que tiene y quiere tener".


Wilson Chiquito "se escribió":

"Le escribo la siguiente carta para que pueda usted conectar con sí mismo. Oiga sea como a usted le gusta sin importar lo que piensen de usted, viva su vida como le gusta y no como las personas lo quieran volver.

Entrena más, supérate, sé el mejor arquero de Fagua (...) Cree en ti mismo. Acércate a ella (...) confía en ella, no todo lo que dicen las personas es verdad".


"Un amiga" le escribió a Esmeralda:

"Esmeralda, ¿Cómo estás? Nunca me imaginé estando escribiendo una carta a mi misma. Sé que te has sentido muy sola pues tus amigas a veces te dan la espalda, pero ya no importa ya por dos años no puedes armar peleas.

Sé también que lo más cercano a una amiga es tu mamá, que últimamente le gustas más a los chicos pero, yo sé que tu no sabes si son sinceros o no. Te has sentido muy sola, te arrepientes de las decisiones que has tomado respecto al amor (...).

Me gusta como eres, no quiero cambiarte nada y yo sé que te va a ir muy bien en la vida y vas a realizar tu proyecto de vida.

Te quiere,

Una amiga".


Lizeth de Grado Décimo Escribió:

"Hola:

Me dirijo a mí para mirar hacia mi futuro, saber que voy a hacer, qué quiero estudiar, cuál camino voy a elegir en la vida para seguir adelante. Hoy tengo muchos sueños, muchas ilusiones, muchas metas por cumplir, y sobre todo muchas ganas de triunfar en la vida, de ser yo misma y de encontrar en mi camino personas especiales con las cuales pueda compartir momentos inolvidables. Quiero conocer amigos de verdad y quiero encontrar la satisfacción del deber cumplido.

Me despido sabiendo lo que quiero y lo que voy a cumplir".

CARTAS PARA MI

Los jóvenes de la institución educativa de Fagua realizaron el ejercicio creativo de escribir cartas para ellos mismos; inpirados en la carta quie escribió Julio Cortázar sobre la muerte de Ernesto "El Che" Guevara... Esta es la carta:


"El Che ha muerto y sólo me resta el silencio..."

París, 29 de octubre de 1967

Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases.

Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible.

El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como si uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces.

Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

Che


Yo tuve un hermano.

No nos vimos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.


No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida.

Hasta siempre,

Julio Cortázar