lunes, 5 de marzo de 2007

DE NOCHE

Todas las noches mueres. Mueres para el mundo y para tí mismo. Dejas de existir de una forma material para hacer parte de unverso que esta en tu cabeza. Mueres noche tras noche deseando que esta sea la última, y así poder dejar de ser tan sólo un cuerpo y liberar tu alma.

Deseas que la noche sea eterna, como lo es la muerte, pero en la mañana notas que tu alma aún está prisionera en el cuerpo que te ha sido asignado y no tienes otro remedio que aguardar con ansia la noche para morir de nuevo.

Indira Cháves Camargo

domingo, 4 de marzo de 2007

INTENTO DESAFORTUNADO VIII

Es como si todo el tiempo estuvieras escuchando un discurso en otro idioma; en una lengua ya muerta de otra época y otro territorio, y aún así hipócritamente asintieras, fingiendo interés, fingiendo que comprendes fluida y felizmente. Nuestro hablante se lo cree, lo infame es que tú también te lo crees (eso crees).
Como si al terminar de escuchar aquellos fonetismos indescifrables, comenzaras a proferir tu disertación, partiendo de un pensamiento lejano que madurabas mientras escuchabas sin escuchar la perorata del otro. Él también finge, miente al sonreírte a manera de agrado. Tú lo adivinas al mismo tiempo que adivinas que él a su vez adivinó tu falacia. Entonces la situación comienza a hacerse bochornosa. El ambiente físico también cambia, adquiere una pesadez existencial, un color casi ridículo, un malestar suicida, todo esto pasa mientras hablas sin saber a ciencia cierta que es eso que hablas.
Como si en otra realidad casi lejana alguien (un escriba) los observara, a ti y a tu amigo, a nosotros, quiero decir a ustedes. Y escuchara sin entender absolutamente nada de ninguno de los dos idiomas. El escriba a su vez cuenta con sus propios fonemas y sus propios caracteres, su propia lengua, su propia gramática y se dispone a escribir su curiosa observación.
Ningún habitante de esa “otra realidad casi lejana”, entiende mucho acerca del escrito, sin embargo el libro es muy exitoso y es leído en todo el territorio que comprende aquel escenario.
Ha pasado mucho tiempo, y la sensación de escuchar el discurso en otro idioma perdura siempre que cualquiera te habla. Ahora estas parado solo, frente a un borroso estante de libros, es un biblioteca pequeña y poco notable, intentas decidirte por algún título. No muy convencido escoges un volumen, lo tomas y te sientas en una de las mesas de lectura, entiendes poco, sin embargo dejas transcurrir la tarde entre aquellas letras distantes y logras terminarlo. Mientras ojeas las ultimas dos líneas te arremete un escalofrió casi erótico, casi orgásmico, y aunque no es expresable; es como si el protagonista fueras tú, y allí dentro, la realidad no fuese tan sencilla como fue descrita.

DIEGO CHIARI R.