domingo, 4 de marzo de 2007

INTENTO DESAFORTUNADO VIII

Es como si todo el tiempo estuvieras escuchando un discurso en otro idioma; en una lengua ya muerta de otra época y otro territorio, y aún así hipócritamente asintieras, fingiendo interés, fingiendo que comprendes fluida y felizmente. Nuestro hablante se lo cree, lo infame es que tú también te lo crees (eso crees).
Como si al terminar de escuchar aquellos fonetismos indescifrables, comenzaras a proferir tu disertación, partiendo de un pensamiento lejano que madurabas mientras escuchabas sin escuchar la perorata del otro. Él también finge, miente al sonreírte a manera de agrado. Tú lo adivinas al mismo tiempo que adivinas que él a su vez adivinó tu falacia. Entonces la situación comienza a hacerse bochornosa. El ambiente físico también cambia, adquiere una pesadez existencial, un color casi ridículo, un malestar suicida, todo esto pasa mientras hablas sin saber a ciencia cierta que es eso que hablas.
Como si en otra realidad casi lejana alguien (un escriba) los observara, a ti y a tu amigo, a nosotros, quiero decir a ustedes. Y escuchara sin entender absolutamente nada de ninguno de los dos idiomas. El escriba a su vez cuenta con sus propios fonemas y sus propios caracteres, su propia lengua, su propia gramática y se dispone a escribir su curiosa observación.
Ningún habitante de esa “otra realidad casi lejana”, entiende mucho acerca del escrito, sin embargo el libro es muy exitoso y es leído en todo el territorio que comprende aquel escenario.
Ha pasado mucho tiempo, y la sensación de escuchar el discurso en otro idioma perdura siempre que cualquiera te habla. Ahora estas parado solo, frente a un borroso estante de libros, es un biblioteca pequeña y poco notable, intentas decidirte por algún título. No muy convencido escoges un volumen, lo tomas y te sientas en una de las mesas de lectura, entiendes poco, sin embargo dejas transcurrir la tarde entre aquellas letras distantes y logras terminarlo. Mientras ojeas las ultimas dos líneas te arremete un escalofrió casi erótico, casi orgásmico, y aunque no es expresable; es como si el protagonista fueras tú, y allí dentro, la realidad no fuese tan sencilla como fue descrita.

DIEGO CHIARI R.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es demaciadoloco y bueno.

Anónimo dijo...

Es bueno arriesgarse, a hacer cosas nuevas. La narración que manejas es bastante fluída y cómoda, ligera y entendible sin ser trivial y sin caer en lo evidente, ni predecible. Manejas un vocabulario impecable. Tienes muy claras tus ideas.